La
pregunta a la que nos enfrentamos los profesores de matemáticas cuando
comenzamos un tema nuevo, es sin lugar a dudas:
¿Esto para
qué sirve?
En el
caso de las sucesiones es relativamente fácil mostrar su utilidad, pero además nos
pueden permitir asombrar con la magia de las matemáticas porque hay apariciones de sucesiones en el mundo cotidiano que son totalmente increíbles.
¿Quién le
iba a decir a Leonardo de Pisa
que la resolución de su problema de los conejos se relacionaba con el número de oro de los griegos y que dicho número aparece continuamente en la naturaleza?
que la resolución de su problema de los conejos se relacionaba con el número de oro de los griegos y que dicho número aparece continuamente en la naturaleza?
El
problema al que se enfrentó Leonardo de Pisa, también conocido como Fibonacci, era el
siguiente:
Si una
pareja de conejos tarda un mes en ser adulto y a partir de ese momento cada mes
tienen una camada consistente en otra pareja de estos animales que, tras ser
fértiles, engendrarán una nueva pareja de conejos. ¿Cuántas parejas de conejos habrá según vayan
pasando los meses?
Mes 1 2 3 4 5 6 7
Nº de parejas de conejos 1 1 2 3 5 8 13
Así el
número de parejas de animales en cada mes coincide con los términos de la
sucesión:
1, 1, 2,
3, 5, 8, 13, 21, 34, 55, …
Donde cada
término se obtiene a partir de la suma de los dos anteriores.
Pero
esta sucesión da para mucho más, porque si dividimos cada
término entre el anterior obtenemos lo siguiente:
1 : 1 =1
2 : 1 = 2
3 : 2 = 1,5
5 : 3 = 1,66…
8 : 5 = 1,6
…
Pero si
avanzamos a términos mayores:
2584 : 1597 = 1,61803381…
10946 :
6765 = 1,6180339…
Curiosamente
estos cocientes se acercan al valor del número áureo:
Si
construimos una sucesión de rectángulos, cuyo lado se va aumentando según nos
indique la sucesión de Fibonacci, obtendremos rectángulos áureos que se pueden
utilizar para construir de forma aproximada la espiral logarítmica.
Esta
espiral logarítmica es la estructura que tienen las conchas de los moluscos,
las telas de araña, la trayectoria del vuelo de los insectos a un punto de luz
artificial, la distribución de las pipas de los girasoles…
Todas
estas coincidencias demuestran que las matemáticas no son una invención de la
mente humana, sino un descubrimiento del hombre después de muchos años de
estudio. Un estudio que nos puede proporcionar imágenes de gran belleza como nos muestra este otro vídeo.
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